Durante una semana, las manzanas toman las calles de Paris y el abarrotado recinto ferial toma el aspecto de una moderna secta, probablemente la más fashion del mundo. Camisetas con la manzana pintada por delante o por detrás, y una apabullante colección de ibooks y Titaniums que abarrotan los pasillos podrían demostrar a cualquiera que esto es una devoción, y lo demás tonterías.
El pistoletazo de salida de la Paris Apple Expo lo dio el discurso de Jobs, como ya viene siendo una costumbre. Ante una audiencia de 5.000 personas -de los que 800 eran periodistas.
Cuida hasta el más mínimo detalle de cada una de sus escasísimas apariciones públicas, y es capaz de pasarse la noche anterior ensayando una y otra vez hasta que todo sale perfecto. En Paris no es diferente: la música previa, evidentemente, de los Beach Boys, como no podía ser menos para una empresa que no se define como estadounidense, sino como californiana. El escenario, negro, como su sempiterno jersey de cuello vuelto que luce en todas y cada una de las ocasiones. Todo en la Apple Expo, hasta las botellitas de agua, son de diseño. No por nada los ordenadores de la manzana son considerados un objeto de culto entre los más prestigiosos diseñadores de todo el mundo.
Apple Expo París 2000
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